Dicen que todo empezó como a las 15:30 del sábado santo cerca de Horqueta y Loreto (Concepción), cuando comenzaron unos “ruidazos”, recuerda el Dr. Mario Urbieta, coordinador regional de Sanidad. “Eran terribles, ya de pronto todo empezó a volar con tanta fuerza que hasta volcó mi auto, nos quedamos con las ruedas hacia arriba. Cayeron los cables de alta tensión y reventaron los neumáticos”.
Hoy día se sabe que fue un tornado que duró 15 minutos, que los vientos llegaron a casi 200 kilómetros por hora. No volaron las vacas lecheras, pero volaron los terneritos, que terminaron impactando en los postes; volaban las gallinas, gallos y mascotas que terminaron muertos, diseminados en kilómetros a la redonda. Un arma de fuego fue hallada a 2 kilómetros de donde estaba.
En Nueva Esperanza no quedó nada. Solo un inmenso campo donde antes había un asentamiento. En Naranjaty (y los otros 3 ‘Naranjales’) casi igual. Cayeron escuelas, la iglesia, hay gente a la que no le quedó ni un tenedor o una cuchara. Voló todo, incluyendo el dinerito que guardaban en los roperos o bajo colchones, las ropas, las chapas, las maderas. No quedó una naranja, un pomelo o mandarina en su sitio.
Un hombre que planeaba cosechar el lunes de Pascua sus 5.000 kilos de locote, lo perdió todo. Tuvieron que suturar a unas 150 personas, entre niños y adultos, que terminaron con lesiones cortantes importantes.
Hoy día se sabe que fue un tornado que duró 15 minutos, que los vientos llegaron a casi 200 kilómetros por hora. No volaron las vacas lecheras, pero volaron los terneritos, que terminaron impactando en los postes; volaban las gallinas, gallos y mascotas que terminaron muertos, diseminados en kilómetros a la redonda. Un arma de fuego fue hallada a 2 kilómetros de donde estaba.
En Nueva Esperanza no quedó nada. Solo un inmenso campo donde antes había un asentamiento. En Naranjaty (y los otros 3 ‘Naranjales’) casi igual. Cayeron escuelas, la iglesia, hay gente a la que no le quedó ni un tenedor o una cuchara. Voló todo, incluyendo el dinerito que guardaban en los roperos o bajo colchones, las ropas, las chapas, las maderas. No quedó una naranja, un pomelo o mandarina en su sitio.
Un hombre que planeaba cosechar el lunes de Pascua sus 5.000 kilos de locote, lo perdió todo. Tuvieron que suturar a unas 150 personas, entre niños y adultos, que terminaron con lesiones cortantes importantes.
“Abro todos los días la prensa o pongo las radios, los canales, y nadie cuenta lo que nos pasó”, nos dijo el doctor Mario Urbieta el jueves último. Estupefactos, empezamos a hacer las averiguaciones: hay unas 5.000 personas damnificadas que quedaron sin nada tras el tornado.
La información ya es de por sí estremecedora por la tragedia e indignante por el poco espacio que le hemos dado los medios. Pero hay algo peor: el titular de Meteorología confirma que hay un “corredor de tornados” que arranca en Itapúa y va subiendo por Caazapá, Caaguazú, parte de Guairá y Alto Paraná. “No se debe pensar que esto va a ir disminuyendo, al contrario”, decía don Julián Báez.
Meteorología necesita con urgencia dos radares que permitan ver tornados aproximándose. Aseguran que se puede alertar hasta 40 minutos antes para evacuar y salvar vidas. Entre lo urgente y lo importante, ojalá el Gobierno se ocupe de conseguirlos: sabemos que el clima no solo está más impredecible sino, sobre todo, más violento.
Los tornados ya no se irán. Volverán y con mayor frecuencia. Y volverán sobre pueblos y ciudades más poblados, y no solo debemos estar en condiciones de evacuar sino además tener un sistema de alerta y contingencia, saber cómo avisar, qué avisar y cómo reaccionar cuando la tragedia se aproxima. Más aún, tener un plan para el después.
Por suerte no tenemos terremotos, tsunamis, huracanes. Por suerte... porque si los tuviéramos, ni nacionalizando a Dios paraguayo salvaríamos a nuestra gente.
mabel@abc.com.py
La información ya es de por sí estremecedora por la tragedia e indignante por el poco espacio que le hemos dado los medios. Pero hay algo peor: el titular de Meteorología confirma que hay un “corredor de tornados” que arranca en Itapúa y va subiendo por Caazapá, Caaguazú, parte de Guairá y Alto Paraná. “No se debe pensar que esto va a ir disminuyendo, al contrario”, decía don Julián Báez.
Meteorología necesita con urgencia dos radares que permitan ver tornados aproximándose. Aseguran que se puede alertar hasta 40 minutos antes para evacuar y salvar vidas. Entre lo urgente y lo importante, ojalá el Gobierno se ocupe de conseguirlos: sabemos que el clima no solo está más impredecible sino, sobre todo, más violento.
Los tornados ya no se irán. Volverán y con mayor frecuencia. Y volverán sobre pueblos y ciudades más poblados, y no solo debemos estar en condiciones de evacuar sino además tener un sistema de alerta y contingencia, saber cómo avisar, qué avisar y cómo reaccionar cuando la tragedia se aproxima. Más aún, tener un plan para el después.
Por suerte no tenemos terremotos, tsunamis, huracanes. Por suerte... porque si los tuviéramos, ni nacionalizando a Dios paraguayo salvaríamos a nuestra gente.
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