Paraguay. La «ideología de género», la última desgracia de la Caja de Pandora

Estos días, preguntaba a los jóvenes sus intenciones de votos. Me llamó mucho la atención la respuesta de una en particular, me dijo: “yo voy a votar por Santi Peña, no porque sea buen candidato, sino es el único que defiende la vida y la familia”.




No sé de dónde habrá sacado eso, dado que el propio Santi Peña se había manifestado a favor del matrimonio igualitario (cosa que al entender de la gente atentaría contra la vida y la familia). Hago esta aclaración, dado que esto también es un tema de debate. Aclaro que tampoco voy a hablar a favor de la ideología de género, sino demostraré que hay falacias detrás de la misma y que son usadas como propaganda política y casualmente ahora (a días de las elecciones) recorren vídeos de dudosa procedencia de gente que ni se sabe quiénes son hablando desde el exterior advirtiendo del peligro con el que el país se debate. Y los mismos son aplaudidos en los grupos de capillas, de profesores, de familias, de asociaciones sin cuestionar como mínimo su contenido, sino en muchos casos aplaudiendo.

Recordemos que el tema de la ideología de género fue instalado desde un tiempo atrás y muy ligados a los grupos colorados, en especial los cartistas que de repente se interesaron demasiado por la vida y la familia, aunque sus prácticas de narcotráfico, contrabando, asociación terrorista, de malversación, de corrupción digan otra cosa.

Es muy interesante cómo funciona la psicología paraguaya que, con tan sólo escuchar las palabras “género y transformación” se transforman como si fueran hombres lobos en luna llena, perdiendo toda cordura y capacidad de diálogo. No debaten, atacan.

Puedo entender el amor a la familia y, a los hijos, el temor a que sus hijos sean mal orientados con relación a su sexualidad. Temen la perversión, como si fuera que en el Paraguay libre de ideología de género no se produjeran abusos a menores. Según fuentes de la propia fiscalía, se registraron 2.380 denuncias de abuso sexual infantil entre enero y agosto del 2022 y un total de 18.460 víctimas atendidas tan sólo desde el 2016, y hay que hablar de los casos reportados, porque se manejan datos de que los no reportados podrían ser más. No se produce la misma reacción como cuando el paraguayo escucha “ideología de género”.

El tema entró fuertemente cuando se discutía el Plan Nacional de Transformación Educativa. Desde ahí, se viene asociando la ideología de género con los objetivos del desarrollo sostenible de las Naciones Unidas denominada “Agenda 2030”. No importa que la misma hable de: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, industria, innovación e infraestructura, reducción de desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistema, paz justicia e instituciones sólidas, alianzas para lograr los objetivos.

Es cierto que en el quinto objetivo habla de la “igualdad de género”, pero no hay modo de hacer entender a la gente que ahí se refiere a la igualdad entre varón y mujer y si uno revisa, realmente la preocupación se centra, por ejemplo, en las niñas que en algunos países son obligadas a casarte a temprana edad y no poder estudiar, diversos tipos de violencia contra las niñas y las mujeres, “A nivel mundial, 750 millones de mujeres y niñas se casaron antes de los 18 años y al menos 200 millones de mujeres y niñas en 30 países se sometieron a la mutilación genital femenina (MGF)” ( https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/gender-equality/)

Lo más simpático es que la ANR ha hecho poco en favor de la vida en los hospitales, donde las mujeres mueren de parto, o terminan pariendo en los pasillos, en el suelo y en todos los ámbitos donde la gente se debate entre la vida y la muerte.

Pero puede que mi lectura resulte limitada, entonces consulté a la tecnología de punta, Chat GPT 4, si la Agenda 2030 tendría la ideología de género como contenido y esta fue la respuesta:

No, esto es incorrecto. La Agenda 2030, también conocida como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es un plan de acción global adoptado por los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015 para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos.

La Agenda 2030 no contiene una «ideología de género». En cambio, uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) es la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. Esto significa que la Agenda 2030 busca abordar la discriminación y la desigualdad de género para lograr un mundo más justo y equitativo para todos.

La igualdad de género se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades para todas las personas, independientemente de su género. No tiene nada que ver con imponer una «ideología de género», sino con garantizar que todas las personas tengan las mismas oportunidades y derechos, independientemente de su género.

Igualmente, habían sostenido que la Agenda 2030 permitiría la pérdida de la patria potestad: Le consulté también y esta fue la respuesta:

No, esto es falso. La Agenda 2030 no tiene nada que ver con la patria potestad y no contiene ninguna disposición que pueda hacer que se pierda la patria potestad. La patria potestad es un concepto legal que se refiere a los derechos y responsabilidades de los padres en relación con sus hijos, y está regulado por las leyes de cada país.

La Agenda 2030 es un plan de acción global adoptado por los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015 para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos. La Agenda 2030 se enfoca en el desarrollo sostenible y tiene como objetivo mejorar la vida de las personas, especialmente de las más vulnerables. Los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 se centran en temas como la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, la educación, la salud, el trabajo decente, la energía limpia, la paz y la justicia.

Es importante verificar la veracidad de la información antes de difundirla, ya que la desinformación puede generar miedo e incertidumbre innecesarios.

Tengo la seria sospecha de que como la asunción de esta agenda implica parar con la economía extractiva, con la deforestación, el uso indiscriminado de agro tóxicos, los grandes poderes fácticos lanzan estas mentiras para que la gente dilate su aprobación, aunque es cierto que los gobernantes saben que tienen que firmarlos, por eso lo hizo Cartes, lo hizo Mario Abdo Benítez y lo hará quién resulte ganador este fin de semana, dado que la no aceptación de la misma implicaría en corto tiempo la imposibilidad de exportar carne, soja y otros productos que no hayan respetado los Derechos Humanos o las leyes ambientales a los mercados más apetecibles como lo son el europeo y el norteamericano.

Con referencia al título, con la ideología de género, la ANR logró encontrar, como lo hace Nicolás Maduro, presentar a un enemigo externo como la causa de todos nuestros males y no ellos, finalmente lograron mantener la atención de los paraguayos en la ideología de género y no en los problemas reales que son causa de muerte y de todo tipo de vejaciones.

Esto también, es gracias a todo lo que no hicieron por la educación donde tenemos 7 de cada 10 jóvenes de la secundaria que no entienden lo que leen, el promedio de educación de los paraguayos es de 9,5 años y con todas las precariedades. El 20% de los niños de 5 años no asiste al preescolar, el 25% de los niños no asisten al Tercer Ciclo, sólo 5 estudiantes de cada 10 culminan la secundaria en 12 años, faltan rubros para docentes de la Escolar Básica y la Educación Media, el 57% de los abandonos de la escuela se da por la distancia que hay entre la casa y la escuela (esto afecta especialmente a los pobres que no pueden pagar transporte o, como en el sector rural, simplemente no existe medio para trasladarse hasta la escuela). De las 7.105 escuelas oficiales del país, 45% necesita de reparación por motivo de peligro de derrumbe o mal estado, el mismo porcentaje requiere de sanitarios. Entonces, no culpo tanto al pueblo que asume consignas sin el mínimo de cuestionamientos sino fue preparado para reaccionar así, pero por suerte, la ideología de género es la última desgracia de la Caja de Pandora colorada.

Fuente: E’a

Esperando de la gente?

 Hoy quiero compartir uno de los consejos más obvios y acertados que he encontrado, pronunciándome un poco con eso que estoy de acuerdo.

“No esperes nada de la gente que no ve más allá de sus propias narices.”

Encuentro muchas veces muy difícil en ser una persona más empática con los demás, evidentemente depende de la conducta y personalidad de otras personas, que esta minada de hipocresía, malas costumbres, egoísmos, ideologías no tan lógicas con la corta vida que llevamos y por lo tanto con el mayor grado de responsabilidad hacia mi persona, debo ir eliminando de mis buenas costumbres y valores que me compromeí implementar para la edificación de mi espíritu.

Por eso encuentro fundamental, valorar a la gente “de verdad” y con todas las leyes “universales”, pero no hablo de leyes de los hombres que está plagado de defectos, lo cual me lleva a valorizar, en primer lugar, a los que tengo cerca, que son compatibles con todo lo dicho anteriormente, y tomar en cuenta a la gente que se interesa por mí y los míos.

De todo eso se toma fuerza para ser una mejor persona, no importa que la gente te trate como “cualquier cosa” o sean indiferentes a tus problemas. Sabemos que nunca vamos a ser buenos, lindos, inteligentes, o excelentes personas para todos, siempre habrá críticas y odios de otros, por la diversidad de ideologías, muchas veces equivocadas a mi parecer implantadas en este mundo.

Aun así, sigo teniendo fe en la humanidad y opino que existe gente buena ahí afuera, que en lugar de escupir toda esa intolerancia en un puñado de iras, lo va transformando en una bofetada de buenas acciones, oídos, voces y brazos reconfortantes.

Todos hemos escuchado dichos populares como: “Trata a los demás como a usted le gustaría ser tratado” o “No juzgues a otro hasta que haya caminado una milla en sus zapatos.” La idea es llevar esto acabo para poder ser un poco más pacientes y tolerantes con las personas de este mundo.

Todos tenemos problemas, siempre los vamos a tener. La idea es aprender a lidiar con ellos y encontrar “la solución” tomando como apoyo a la gente cercana y afines que muchas veces no vemos, poniendo de nuestra parte lo que podemos regalar para apoyar a los demas. 

PARA MI ESO ES AMOR! y nuestra Salud física y espiritual depende de ello.

Esperando me hayan leído, y por lo menos, suficientemente comprendido como para reflexionar un poco lo que quiero expresarles.

Dr. Ruben D. Cabral Guens

El Mercosur se dobla pero (aún) no se rompe

Con Uruguay negociando unilateralmente un tratado de libre comercio con China como trasfondo, la última reunión del Mercosur estuvo marcada por pocos acuerdos y muchas tensiones. Aunque se logró evitar la ruptura, la crisis no se limita a la orientación comercial: lo que está en juego, en realidad, es la propia identidad del bloque.


La LX Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur), celebrada el 20 y 21 de julio pasados en el centro de convenciones de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), ubicado en Luque, Paraguay, estuvo marcada por la falta de acuerdos –el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, se negó a firmar el comunicado conjunto– y volvió a poner de manifiesto la crisis por la que atraviesa el proceso de integración en el Cono Sur.

El desdén del mandatario uruguayo tiene como trasfondo las negociaciones que desde hace unos meses viene llevando a cabo para firmar un acuerdo de libre comercio con China, aun cuando ello implique hacerlo por fuera del Mercosur. Como es sabido, la iniciativa despertó críticas en otros países miembros, sobre todo en Argentina y Paraguay (país que además no tiene relaciones diplomáticas con Beijing y sigue fiel a Taiwán). El gobierno brasileño, por su parte, oscila entre la indiferencia, el apoyo moderado (China es el principal destino de las exportaciones brasileñas) y una reticencia basada en motivos ideológicos: al final, Jair Bolsonaro, quien no asistió a la cumbre, siempre tuvo reparos en profundizar la relación con China. Por otro lado, el sector ultraliberal que lidera el ministro de Economía Paulo Guedes, aunque cada vez más relegado dentro del gobierno, mira con beneplácito todo lo que implique desarmar el proteccionismo del Mercosur y avanzar en acuerdos de libre comercio.

El punto neurálgico de la crisis del Mercosur está en las divergencias respecto de cuál es el perfil comercial que debe adoptar el bloque. Hasta hace poco, la disyuntiva pasaba por priorizar indiscriminadamente la apertura hacia nuevos mercados, aun cuando ello implicara desatender los vínculos económicos intrabloque o profundizar la integración entre los socios, protegiendo a los sectores económicos vinculados a la producción manufacturera y manteniendo la (imperfecta) unión aduanera. La gestación de este debate tuvo lugar hace poco más de una década, cuando se retomaron las negociaciones por el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Por entonces, el lenguaje de la integración pasó a estar marcado por metáforas como «flexibilización» y «distintas velocidades». Esto significa revisar el carácter proteccionista del bloque (reduciendo el Arancel Externo Común) y avanzar en el acuerdo con la Unión Europea, con la opción de que cada país se sume en diferentes momentos.

Pero en el último tiempo el debate por la orientación externa del Mercosur se fue corriendo en favor de las posturas «aperturistas». Ahora ya no se discute si priorizar o no las negociaciones externas con otros bloques, sino la forma de llevarlo a cabo: negociando todo juntos o habilitando la firma individual, por fuera del Mercosur. Incluso en Paraguay ya no cierran la puerta a un acuerdo comercial con China, siempre que se haga en bloque y que no implique condicionamientos políticos, por ejemplo, que Asunción asuma la política de «una sola China» y corte vínculos con Taiwán.

En términos normativos, habilitar que cada país pueda negociar de manera individual tratados de libre comercio –como postulan hoy el gobierno de Uruguay y un sector del gobierno de Bolsonaro– significa violar el tratado fundacional del Mercosur, cuyo objetivo final es alcanzar un mercado común y terminar definitivamente con la unión aduanera. En términos económicos esto tendría efectos directos sobre algunos sectores productivos, sobre todo argentinos y brasileños, que se verían obligados a competir con productos chinos que entrarían de forma indirecta sin pagar ningún tipo de arancel.

Una identidad en crisis

Los problemas del Mercosur, sin embargo, no se reducen a las tensiones comerciales. La crisis es, en realidad, mucho más profunda: lo que está en cuestión es la propia identidad del bloque. No por nada en los últimos años se fueron acumulando otros puntos de controversia, como la postura frente a la crisis venezolana y, más recientemente, las dificultades para coordinar acciones frente a la pandemia de covid-19.

En la década de 1980, periodo de gestación del acuerdo, el sentido aglutinante de la integración fue el de construir una relación de amistad entre Argentina y Brasil, en afianzar las democracias y en fomentar la interdependencia económica. En la década de 1990, la identidad del Mercosur se construyó sobre el objetivo de una inserción en la globalización y la consolidación de las reformas económicas de corte neoliberal. En los años 2000, durante la etapa de auge de los gobiernos de centroizquierda, el bloque se redefinió en términos de autonomía y amplió sus agendas y su estructura institucional más allá de lo económico-comercial. Tras el fin de la «marea rosa», a mediados de la década pasada, la llegada de gobiernos de derecha en países como Argentina y Brasil dio lugar a un «regionalismo abierto recargado», en el que se volvió a apostar por la apertura comercial y la inserción en la economía global.

Esa nueva identidad, sin embargo, tampoco se pudo plasmar, dado que los gobiernos de la región se encontraron con un escenario internacional que iba a contracorriente del discurso globalization-friendly: el Brexit, Donald Trump, la pandemia y, más recientemente, la guerra en Ucrania fueron minando las miradas optimistas sobre la importancia de consolidar las cadenas globales de valor y revalorizando, en cambio, la regionalización de la producción y el comercio. En ese sentido, no es casualidad que el comercio intra-Mercosur haya tenido un crecimiento en 2021, aunque el volumen alcanzado sea similar al logrado en 2014.

Pero para comprender la crisis de identidad del Mercosur hay que tener en cuenta otros factores de carácter estructural. Uno de ellos es el efecto «centrifugador» que produce China. Por un lado, al fomentar la bilateralización de las relaciones externas, dado que el gigante asiático ha demostrado que prefiere vincularse tête à tête con los países de la región cuando se trata de asuntos económicos. El hecho de que cada país sudamericano haya negociado por su cuenta la incorporación a la Iniciativa de la Franja y la Ruta es un claro ejemplo de ello (a nivel Mercosur, el único antecedente relevante de algún tipo de estrategia conjunta con China se remonta a 2012, cuando Argentina, Uruguay y Brasil firmaron el «Comunicado conjunto para el mejoramiento de la cooperación comercial y económica entre China y el Mercosur»).

Asimismo, la profundización del vínculo comercial con China ha modificado significativamente la estructura productiva de las economías sudamericanas, profundizando la especialización en bienes primarios y la disminución del comercio entre los socios del Mercosur, que pasó de 25% a fines de la década de 1990 a menos de 11% en 2021. Esto tiene, a su vez, otro efecto: el establishment en los países del Mercosur ha cambiado su fisonomía y, con ello, el tipo de integración que demandan los actores económicos dominantes.

Brasil es un caso emblemático: el crecimiento del agronegocio y los conglomerados rentistas transnacionalizados en la economía verde amarela –en detrimento de los grupos industriales volcados al mercado interno– ha aumentado las presiones para reducir el carácter proteccionista del bloque y reorientarlo como plataforma para exportar commodities hacia fuera de la región. En ese sentido, no es casualidad que la agenda del gobierno de Bolsonaro para el Mercosur se haya basado en tres ejes: achicar la estructura institucional (sobre todo, eliminando las instancias vinculadas a los temas sociales, ambientales y de derechos humanos), reducir o directamente eliminar el Arancel Externo Común y priorizar las negociaciones externas con países y bloques extrarregionales.

La postura de Uruguay tampoco es una novedad ni algo completamente disruptivo en su política exterior. Desde el punto de vista económico, en la dirigencia política uruguaya se ha consolidado un consenso respecto de que el Mercosur debe servir principalmente como un vehículo que facilite el acceso a nuevos mercados. En todo caso, las diferencias radican en si la condición es hacerlo vía Mercosur o si el camino solitario es una opción viable y deseable. «Siempre vamos a tener una pata afuera del Mercosur», sostuvo en su momento el ex-presidente José «Pepe» Mujica, referente del Frente Amplio Uruguayo y promotor de la Patria Grande desde sus tiempos de militante tupamaro.

Lula y la esperanza del relanzamiento

Con la elección que se avecina en Brasil, todas las luces están puestas en el posible retorno de Luiz Inácio Lula da Silva al Palacio del Planalto. Para muchos, esto alimenta las esperanzas de recuperar la política exterior «activa y altiva» de la época del Partido de los Trabajadores (PT) y relanzar (una vez más) el Mercosur.

El optimismo, desde ya, tiene sus fundamentos. De por sí, es de esperar que un gobierno de Lula da Silva busque revertir el aislamiento internacional, mejore significativamente la relación con Argentina y reactive la «opción sudamericana», como alguna vez dijo Marco Aurelio García para definir el eje de la política brasileña hacia la región. Esto podría incluir revivir la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o reconfigurar un nuevo organismo sudamericano, retornar a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y frenar toda iniciativa que implique debilitar todavía más el Mercosur. En todo caso, que se doble pero que no se rompa.

Otro punto que genera expectativas en caso de que Lula da Silva retorne a la Presidencia es el de un cambio en la agenda energética. Se trata de un tema clave tanto a escala regional como global. Es que las posturas negacionistas y antiambientalistas de Bolsonaro no solo han trabado los vínculos con Europa y Estados Unidos, sino que también dificultan incorporar el tema de la transición energética y las «inversiones verdes» en el plano regional de manera más asertiva.

Sumado a lo anterior, la salida de Bolsonaro puede acelerar la incorporación definitiva de Bolivia como miembro pleno del bloque (el trámite todavía no tiene la aprobación del Senado brasileño). Así como se pensó en su momento respecto de la inclusión de Venezuela, la entrada del país andino también abriría nuevas perspectivas para la cuestión energética. En el corto plazo, la guerra en Ucrania está llevando a las potencias occidentales a diversificar los suministros de energía tradicional, como gas y petróleo. Las declaraciones favorables de varios mandatarios europeos respecto de avanzar en la concreción del tratado Unión Europea-Mercosur no pueden entenderse sin el cambio de jugadores que significó la invasión rusa.

A mediano plazo, que Bolivia se convierta en miembro pleno es una oportunidad para negociar conjuntamente frente a China la comercialización del litio, considerando que América del Sur concentra casi 70% de las reservas globales de este mineral y que el país asiático es el principal comprador. Y, a largo plazo, se podría pensar en desarrollar un encadenamiento regional de industrias basadas en el litio.

Sin embargo, el escenario doméstico, regional y global en el que asumiría Lula da Silva dista de ser semejante a aquel de principios del siglo XXI, con un Brasil en ascenso, una burguesía comprometida con el proyecto de integración regional sudamericano y una región más cohesionada, aun cuando en algunos países gobernaban mandatarios de centroderecha. Las insinuaciones de que, aun con el ex-líder metalúrgico en la Presidencia, Brasil continuaría con el ingreso en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dan muestras de que el margen de maniobra para protagonizar la configuración de un mundo «postoccidental» ya no son las mismas para el gigante sudamericano. Lo mismo podría pensarse con el rol de las Fuerzas Armadas en el actual gobierno y la profundización de la cooperación con Estados Unidos. En este marco, difícilmente pueda recrearse algún tipo de instancia de cooperación en defensa a nivel subregional sin la sombra de Washington.

En definitiva, el Mercosur se encuentra en un proceso de redefinición identitaria, que se hace más visible a la hora de discutir la orientación comercial. En este marco, priorizar el avance en agendas no económicas puede ser una buena forma de desatar los nudos problemáticos y la falta de acuerdos que hoy caracterizan al bloque. Asimismo, los gobiernos y actores económicos deben comprender que no siempre los juegos son de suma cero y que apostar al mercado regional –aun protegiendo determinados sectores industriales– no necesariamente implica anular una mayor vinculación con países y mercados extrarregionales.

Fuente: Opinion de Alejandro Frenkel - nuso.org

SALUD MENTAL EN PARAGUAY: LO QUE REVELAN LOS DATOS

La forma de ser paraguaya está colmada de positividad y sosiego con acento guaraní. Aún en tiempos difíciles no es raro oír a un paraguayo decir que todo está “super tranquilo” o “iporãmbaite” (todo está bien) con una amplia sonrisa. Si bien esta actitud denota optimismo, puede también eclipsar el estado real del bienestar de las personas ante las crisis como la pandemia que estamos viviendo cuando, más allá del “todo está bien”, subyacen amenazas a su salud mental.


Entre mayo y junio del 2021, el Banco Mundial llevó a cabo Encuestas de Alta Frecuencia (EAF) en varios países de Latinoamérica y el Caribe con el objetivo de evaluar el impacto de la pandemia sobre la población.

Entre sus resultados se puede observar que, con un puntaje de 0,28, Paraguay se posicionó en cuarto lugar (empatando con Ecuador y Bolivia) entre los países con resultados más preocupantes dentro del Índice de Vulnerabilidad de la Salud Mental , por detrás de Chile, Perú y Haití.

Este índice, donde 0 representa la menor vulnerabilidad y 1 la mayor vulnerabilidad, muestra la puntuación media asignada a los países en base a la encuesta, considerando la incidencia de cinco problemas de salud mental sobre los encuestados en los treinta días anteriores a las entrevistas:

- dificultad para dormir;

- ansiedad, nerviosismo o preocupación;

- actitudes agresivas o irritabilidad con otros miembros del hogar;

- conflictos o discusiones con personas fueras del hogar; y sentimientos de soledad.

¿Qué población es la más afectada? 

Desagregando este índice para Paraguay, se evidencia que los problemas de salud mental mencionados tienen mayor incidencia en el área urbana, con un puntaje de 0,30 versus 0,24 en el área rural. Considerando el género, se observa que las mujeres de las áreas urbanas presentan mayor vulnerabilidad en su bienestar mental (0,33), contrastando con los hombres de las zonas rurales (0,15), quienes emergen como los menos afectados.

Si se añade estatus laboral al análisis, los hombres desempleados lideran una amplia brecha en ambos extremos: por un lado, los desempleados de las zonas urbanas alcanzan un preocupante puntaje de 0,37; por el otro, los desempleados de las áreas rurales registran un índice de 0,13, muy por debajo del promedio nacional.

Poniendo estos resultados en contexto, la Encuesta de Alta Frecuencia en Paraguay fue aplicada en medio de lo que fue, hasta hoy, el pico de la pandemia. Es decir, la brecha observada en el gráfico de arriba puede, en parte, ser explicada por el impacto de la propagación del virus, así como de las necesarias medidas de mitigación. En materia sanitaria y económica, las zonas urbanas fueron golpeadas con mayor intensidad que las zonas rurales. Esto se reflejó, por ejemplo, en los números de pobreza del 2020, estimados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que muestran que el área urbana experimentó un crecimiento de más de cinco puntos porcentuales (del 17,5% de pobreza en 2019 a un 22,7% en 2020) mientras que el área rural se mantuvo prácticamente igual al año anterior (pasando del 33,4% al 34,0% de pobreza).  

En cuanto a lo laboral, el porcentaje de hombres que perdió el empleo que tenía antes de la pandemia y se encontraba desempleado al momento de la entrevista aumentó en más de siete puntos porcentuales en relación con lo reportado en la encuesta de mayo de 2020 (pasando del 7,3% a más del 14,4%).

De manera más general, sin embargo, son las mujeres quienes han registrado mayores niveles de vulnerabilidad, con un puntaje de 0,32 versus el de 0,24 alcanzado por los hombres. Llamativamente, en contraste con sus contrapartes masculinos, fueron las mujeres empleadas, tanto del área urbana como del área rural (con puntajes de 0,34 y 0,32, respectivamente), quienes han visto alterada su salud mental en mayor proporción que aquellas desempleadas (tanto del área urbana y rural puntuando 0,29).

Y es que, además de trabajar fuera de casa, muchas paraguayas han experimentado un incremento significativo en las tareas del hogar durante la pandemia, introduciendo así un desgaste adicional a su bienestar mental.

En efecto, a excepción de un solo indicador que mide conflictos o discusiones con personas ajenas al hogar, la tendencia fue que un mayor porcentaje de mujeres que de hombres reportó haber padecido problemas relacionados a la salud mental durante los treinta días anteriores a la aplicación de la encuesta.

Así, el 31,5% de las mujeres manifestó haber tenido problemas para dormir, en comparación al 27,4% de los hombres. De igual manera, cerca del 12% de las mujeres dijo haber tenido actitudes agresivas en el hogar, mientras que el porcentaje de los hombres que reportó lo mismo fue de 9,7%. Asimismo, el 36% de las paraguayas expresó que en los treinta días anteriores a la encuesta tuvo sentimientos de soledad, en tanto que para los hombres la tasa fue mucho menor (16,6%).

No obstante, de entre todos los indicadores de vulnerabilidad de la salud mental, el que presentó mayor incidencia en Paraguay fue el de ansiedad , nerviosismo o preocupación. Con tres de cada cinco personas reportando haberse sentido ansiosos en el último mes, el país se ubica en primer lugar en Latinoamérica con esta medida. Y son de nuevo las mujeres, con el 70,4%, quienes encabezan la tabla por encima de los varones (53,5%).

En medio de la crisis sanitaria, la ansiedad, el nerviosismo y la preocupación fueron particularmente altos entre aquellos que habían tenido familiares enfermos, y entre quienes se habían quedado sin el trabajo que tenían antes de la pandemia y que además se encontraban desempleados.

¿Qué se puede hacer?

Con estos resultados, se torna primeramente importante asimilar la naturaleza multidimensional de la salud mental. Es decir, desde lo social a lo económico, pasando por lo cultural y lo ambiental, las causas que conllevan al deterioro del bienestar emocional son diversas. Como tal, es fundamental incluir a la salud mental como un tema transversal en el diseño y formulación de políticas públicas  en todas las áreas, con una visión más humana y social.

La salud mental representa para América Latina un reto para el cual aún no estamos completamente preparados, y Paraguay no es la excepción . Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) del 2018, el gasto destinado a la salud mental en los países de la región representaba en promedio solo el 2% de su presupuesto de salud, mayoritariamente centrado en el funcionamiento de hospitales psiquiátricos, con un limitado enfoque en iniciativas de prevención.

En ese contexto, la pandemia de COVID-19, con todas sus sombras, desnudó la preocupante realidad de la salud mental en nuestros países, con vulnerabilidades que, de no ser corregidas, podrían en el futuro profundizar la problemática.

Por este motivo, recomendamos desarrollar normativas integrales que, por un lado, defiendan los derechos de los pacientes, ayudando a reducir el estigma social asociado a las enfermedades de salud mental, y que, por el otro, orienten las políticas de protección del bienestar emocional de todas las personas.

Se hace imperante la promoción de iniciativas que garanticen un mayor y mejor ceso a servicios y a profesionales de salud mental que brinden asistencia, contención, y tratamientos médicos de calidad cuando estos sean necesarios.

Esto tendrá gran impacto si, además de la atención individual tradicional, se implementasen modelos de apoyo familiar y comunitario, instalando la noción colectiva de que el buen estado de la salud mental de las personas es, ni más ni menos, un esfuerzo mancomunado.


POR GUSTAVO CANAVIRE-BACARREZALUIS RECALDE-RAMÍREZ

Fuente: worldbank.org


¿Hasta cuándo Argentina?

Argentina se comprometió a respetar el libre tránsito del comercio paraguayo, en un tratado firmado en 1852. Desde entonces han ocurrido una infinidad de cosas que los firmantes de dicho documento nunca habrán imaginado.

Imagen relacionada

Chutar una pelota de cuero dentro de un arco se puso de moda en el Río de la Plata y Argentina ganó 2 copas mundiales de ese juego. La mitad de la población paraguaya desapareció en la guerra más sangrienta de Sudamérica y los descendientes de los sobrevivientes ganaron otra a Bolivia. Un cohete llevó hombres a la Luna. Hoy un albañil envía fotografías de su almuerzo a su hermano en España, a la velocidad de la luz.

Resultado de imagen para Argentina comercio paraguayo

Lo que no ocurrió es lo que sí se habrá imaginado al firmar el acuerdo: que Argentina cumpla lo pactado. Un siglo y medio después, los paraguayos aún debemos padecer las zancadillas comerciales que nos hace nuestra hermana mayor del sur.

En 2010 sindicalistas portuarios argentinos se negaron a recibir buques paraguayos, con aparente complicidad del gobierno argentino. Hace poco retuvieron ilegalmente a la embarcación “Doña Annette”, ocasionándole pérdidas millonarias. Para exportar a Argentina los empresarios paraguayos deben cumplir con requisitos que no se exigen a empresarios argentinos en Paraguay, a nuestros compatriotas camioneros les sobran anécdotas de demoras innecesarias que arruinan mercaderías en la frontera. Solo por citar algunas travesuras argentinas.

¿Hasta cuándo Argentina? ¿Hasta cuándo gran parte de nuestro esfuerzo será derrochado en homenaje a tu prepotencia? Ya van 167 años de una promesa incumplida. ¿Cuántos años más tendremos que esperar los paraguayos? ¿Diez? ¿Cien? ¿Mil? Aunque quizás vana sea la esperanza de esperar que Argentina se preocupe por nuestro comercio, y la presión tengamos que ejercerla sobre nuestra propia paciencia.

¿Hasta cuándo la paciencia, Paraguay?

Escrito por ENRIQUE COSP  -  @Enrique_Cosp (5 dias)