Por Verónica Serafini
Este año el Día Internacional de
la Mujer tiene una connotación particular. Motivadas por la ola de violencia
contra ellas y por la persistencia de fuertes desigualdades en el acceso a los
derechos, las mujeres de todo el mundo irán al paro y levantarán su voz para
exigir justicia e igualdad.
Las mujeres paraguayas tienen
suficientes motivos para sumarse al movimiento YO PARO porque comparten la
misma realidad con las del resto del mundo. Para comprobar esa afirmación solo
basta con leer las noticias sobre la cantidad de mujeres asesinadas por sus
parejas o ex parejas; de niñas embarazadas, en todos los casos producto de
violencia; de niñas y adolescentes que trabajan y son objeto de violencia laboral
extrema, incluso hasta perder la vida; de casos de acoso sexual que las mujeres
sufren en todos los ámbitos posibles: laboral, académico, religioso, entre
otros.
Las estadísticas económicas
también muestran las desigualdades entre hombres y mujeres. Las desventajas
económicas que sufren las mujeres restringen su autonomía económica y
contribuyen a la pobreza de ellas y sus familias, así como a su incapacidad
para responder ante situaciones de violencia intrafamiliar debido a la dependencia
económica y a una trayectoria de vida marcada por diferentes tipos de
violencia.
Este artículo presenta los datos
laborales más importantes sobre la situación de desigualdad económica que
enfrentan las mujeres en el Paraguay,
en consonancia con las demandas realizadas en ocasión del 8 de marzo.
Si bien la situación económica de
la mayoría es precaria y la desigualdad tiene impacto negativo en toda la
población, en casi cualquier indicador económico las mujeres se ubican por
debajo del promedio y con brechas importantes con los hombres.
Las desigualdades económicas
importan cuando del bienestar se trata, sobre todo en un país en el que el 31,8%
de los hogares tiene como jefa a una mujer y el 29,9% tiene a una mujer como
principal proveedora económica.
Además, estos datos deben ser
analizados a la luz de la conformación de los hogares, la que suele ser muy
distinta cuando un hombre o una mujer ejercen la jefatura. Los hogares con
jefatura masculina son, en gran parte, familias nucleares completas -pareja e
hijos- (58,4%) y extendidas -otros parientes- (27,0%). Los hogares con jefatura
femenina son familias extendidas (38,7%) o nucleares incompletas -madre e
hijos- (29,8%).
Los datos que aparecen en este artículo provienen de las siguientes
publicaciones, salvo cuando se incluyan referencias específicas: Serafini,
Verónica (2015). Pobreza, oportunidades económicas desiguales y género. ONU
Mujeres, PNUD. Asunción. http://www.py.undp.org/content/dam/paraguay/docs/documento%20de%20trabajo%20COMPLETO.pdf
Serafini, Verónica; Victor
Imas (2015). Igualdad de género y principales brechas en Paraguay. ONU Mujeres.
Asunción
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